El corazón tambien se arruga
Mirna Arenas
El taxi, navegaba por las calles. Recargo mi cabeza en la ventana y sin mojarme, la lluvia acaricia mi cara. Mojada la belleza, escurre… mojada, anegada, empapada, húmeda, deslizándose por el periférico de un par de piernas del color de la noche. Piernas que abrazan, que envuelven, me levantan al vuelo, abrazo infinito de ternura temblando, se encienden el deseo en un sillón amarillo; su largura me reconcilia con el mundo.
¡Llegamos, son sesenta pesos!.
De un portazo cierro, mientras la lluvia moja mi cuerpo, como mojada esta mi alma.
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